NUEVO ESTADIO
Pero como las celebraciones también tienen un límite, hubo que detener los agasajos y ponerse a trabajar para reunir medio millón de pesos que costarían las obras de remozamiento de la antigua cancha Patria de las calles de Guerrero, para convertirla en el nuevo Campo Deportivo Toluca, que con drenaje y grama nuevos, nuevas tribunas para quince mil aficionados y nuevo cerco perimetral para evitar invasiones de fanáticos entusiasmados, debería estar listo para ser inaugurado el 8 de agosto de ese año.
Para el encuentro inaugural se buscó un sparring adecuado para cumplir el papel de víctima propiciatoria: el Dinamo de Zagreb, equipo al que el Toluca había vencido por 1-0 un par de semanas antes en un partido jugado en la Ciudad de México, fue el escogido. Los yugoslavos aceptaron el desafío, que les ofrecía cinco mil dólares de paga más la posibilidad de cobrar venganza.
Los fanáticos del Toluca estaban seguros de que los rojos sumarían un entorchado más a su lista de triunfos en partidos internacionales porque jugaría en casa y ante su público, estrenarían estadio y, además, venían de vencer al imbatible Vasco da Gama y de empatar con el Gremio de Porto Alegre.
¿Quién podía parar al Toluca?, se preguntaban.
¿Quién? Los del Dinamo, precisamente, que para el segundo partido con los rojos ya estaban aclimatados para jugar su mejor futbol sin importar la altitud del valle de Toluca porque, además, el Dinamo era un auténtico león rasurado: ese año se había coronado campeón de la liga yugoslava, lo que, al parecer, la mayoría de aficionados ignoraban. Como también olvidaron que durante el Mundial de Futbol de 1950 Yugoslavia había goleado a México por 4-1; que, en el Mundial de 1954, jugado apenas un mes antes, en Suiza, los balcánicos sólo habían perdido un partido contra el campeón Alemania; y por último, ignoraban que en el Dinamo jugaban el defensa y seleccionado nacional yugoslavo Josip-Dragutin Horvat y un novato que comenzaba a causar sensación llamado Drazan Jerkovic.
Por ignorancia o por olvido, o tal vez por exceso de confianza, el caso es que el Dinamo de Zagreb inauguró el Parque Deportivo Toluca con un marcador de escándalo: 4-1 le metió a los rojos. Los cuatro en el segundo tiempo, cuando se suponía que el Toluca lo habría de triturar porque, para entonces, los europeos estarían agotados y desfallecidos. Pero todo resultó al revés de como estaba planeado.
Al Toluca, sin embargo, aquella derrota le dejó mucha ganancia. Ganó en experiencia, que le sirvió para no volver a confiarse ante rivales extranjeros y tomar nota de que los gloriosos marcadores de ayer -como el obtenido meses atrás frente al Vasco- no servían para imponerse en los partidos de mañana. Ganó al inaugurar una magnífica instalación para la práctica del futbol profesional, dotada de la mejor cancha y el mejor pasto, según aseguraban las crónicas de la época. Ganó porque Toluca era de los pocos equipos de México que contaba con una casa-club dotada de todos los servicios, en la que sus jugadores se alojaban con todas las comodidades y alimentaban bajo cuidados profesionales, y finalmente ganó experiencia al cumplir la temporada 1954-1955 con nueve victorias, cinco empates y ocho derrotas para calificar en el sexto lugar del campeonato de Liga, un lugar abajo del sitio ocupado en la temporada de su debut, a nueve puntos de distancia del campeón Zacatepec.
La alineación del equipo, que usualmente era integrada con Tello, Vázquez, Romo, Hernández, Wedell, Blanco, Pérez, Lázcares, Carús, Malanchane y Sesma, tendría que ser reforzada, y la dirección técnica, en manos de Fernando García desde el ascenso a Primera División, cambiaría de manos para el campeonato siguiente.
Fragmento del libro conmemorativo del Centenario del Deportivo Toluca “Orgullo y Tradición” (Toluca, México, 2017). Las fotos son del Acervo Carlos Hernández Barraza.
